"El que tiene más cosas gana", "porque tú lo vales..." y otros innumerables eslóganes parecen captar la mentalidad del materialismo que ha invadido nuestra cultura en los últimos 20 años aproximadamente. Sin embargo, mientras nos lanzamos a acumular "cosas", sufrimos simultáneamente tasas altísimas de depresión, divorcios, adicciones y otros innumerables males sociales y emocionales que son un testimonio vivo de nuestra miseria colectiva. Aunque los vínculos entre el exceso de consumo, el endeudamiento y el estrés pueden parecer bastante claros para quienes gastan por encima de sus posibilidades, la simple verdad es que los individuos ricos tampoco pueden comprar la felicidad.   

Las investigaciones han demostrado que las cosas que se compran sólo nos satisfacen, en el mejor de los casos, temporalmente. De hecho, la búsqueda constante de objetivos materialistas se ha relacionado con la paranoia, el narcisismo y la soledad. Además, si ponemos gran parte de nuestra energía en la búsqueda de "lo último y lo más grande", nos distraemos de invertir en experiencias y relaciones que realmente pueden aportarnos una alegría duradera; ¡un precio muy alto a pagar!  

Aunque muchos de nosotros lo entendemos intelectualmente, a veces nos cuesta aplicar estos conocimientos a nuestra vida diaria o compartirlos con la siguiente generación de nuestra familia. Aunque nadie sugiere que los empresarios de éxito deban esforzarse por vivir como ermitaños (¿quién nos va a negar que queramos conducir un buen coche después de todos estos años de duro trabajo y sacrificio? Siempre habrá alguien que tenga un coche más bonito o una casa mejor que la nuestra, y cuanto antes hagamos las paces con esto, menos tiempo perderemos persiguiendo lo más nuevo, lo mejor, lo más rápido o lo más fuerte.   

En nuestro trabajo con familias propietarias de empresas, a menudo nos encontramos con problemas relacionados con la riqueza y cómo ésta afecta a la familia. A veces, un fundador de una empresa muy ocupado puede recurrir a "comprar cosas" para sus hijos para aliviar su culpa por perderse un partido o por estar ausente en su vida cotidiana. En otros casos, los abuelos que crecieron con menos pueden deleitarse con el placer de "mimar" a sus nietos de un modo que no pudieron hacer con sus propios hijos cuando el negocio era joven y estaba en dificultades. Aunque la indulgencia ocasional es inofensiva, si se educa a los niños para que crean que siempre pueden "conseguir lo que quieren", puede generar una actitud de derecho que les perjudicará (y a la empresa familiar, si piensan unirse a ella) durante toda su vida. Asimismo, si los jóvenes adultos experimentan el "amor familiar" principalmente a través de la compra de cosas, pueden empezar a equiparar las cosas con el afecto al que sustituyen. En lugar de buscar relaciones y conexiones significativas, estos jóvenes adultos irán al centro comercial a comprar cosas cuando se sientan mal. Esto es, en el mejor de los casos, una solución a corto plazo, y pueden esperar sentirse vacíos y decepcionados la mayor parte del tiempo, ya que los bienes materiales no pueden esperar llenar el vacío de los vínculos significativos necesarios.  

Entonces, ¿qué debe hacer un empresario familiar consciente? Ha trabajado duro y quiere poder enviar a sus hijos a los mejores colegios privados, o incluso mimarles con ropa de diseño; ¿les va a maldecir de por vida con esas elecciones? Por supuesto que no. Las familias más ricas pueden permitirse una serie de bienes y servicios que no están al alcance de todos, y gastar dinero en productos de calidad no es un problema. Los problemas vienen cuando los bienes materiales sustituyen a otras necesidades (como el amor y la atención), o cuando el dinero y las cosas se consideran "objetivos finales" en sí mismos.  

La buena noticia en el contexto de una empresa familiar es que, si bien el negocio puede facilitar sus gastos, y podría ponerle en riesgo de mimar en exceso a sus hijos con bienes materiales, una empresa familiar es también una plataforma estupenda para enseñar a los jóvenes los valores fundamentales que les servirán en todos los aspectos de su vida. Aunque cada empresa tiene su propia fórmula de éxito, los siguientes cinco principios básicos se encuentran probablemente en la mayoría de las empresas familiares de éxito. Haga hincapié regularmente en ellos con la generación más joven, ilustre cómo estos valores fundamentales sirven a la empresa para obtener beneficios y también sirven a la familia en éxitos personales más profundos y significativos. Estos principios pueden ser un antídoto sencillo contra la cultura del derecho que nos rodea a todos hoy en día:

  1. Trabajar duro
    Una fuerte ética del trabajo es un valor estupendo que hay que compartir, ya que las empresas y las personas de éxito son muy trabajadoras. El aprecio más profundo que una persona puede tener por una "cosa material" se produce cuando ha trabajado duro para ganársela - ¡no robes esta satisfacción a la siguiente generación dándoles todas las cositas que quieran! Recuerdo que una clienta muy rica, cuyos padres siempre habían insistido en la importancia de la ética del trabajo, recordaba su profunda satisfacción personal al ver la televisión en su primer apartamento porque sabía que se había ganado el dinero para pagar ese artículo ella misma, mediante el trabajo duro.
     
  2. Crear oportunidades: Para ti y para los demás
    Los fundadores y líderes empresariales buscan y crean oportunidades que se traducen en crecimiento económico para ellos mismos y para los demás. Hay dos lecciones de vida clave que se pueden compartir a partir de esto: La primera es que hay que ser consciente del entorno y buscar activamente formas de comprometerse y marcar la diferencia. Anima a tus seres queridos a ser agentes activos en la consecución de sus objetivos, ya que nadie debe sentarse a esperar que la oportunidad le llegue. La segunda es involucrar a otros en el éxito también. Hay una enorme alegría en ayudar a otros a alcanzar sus sueños, o en crear oportunidades para que otros se involucren en un trabajo significativo. Habla de la diversión que supone trabajar con un equipo de colegas que disfrutan ayudándote a dar vida a tus sueños empresariales.
     
  3. Construir confianza y consenso
    Dirigir una empresa familiar, especialmente después de la generación fundadora, puede ser muy complejo. Llegar a un consenso -cuando hay miembros de la familia que trabajan en la empresa, otros que no, algunos que están cerca, otros lejos, algunos que saben de negocios, otros no- es un trabajo duro. Requiere un esfuerzo por parte de todos, una voluntad de invertir en las relaciones y de trabajar en la confianza. Sin embargo, cuando se hace bien, las decisiones se enriquecen con la variedad de aportaciones, y la familia se unifica en torno a esperanzas y sueños bien definidos que fortalecen la empresa y la familia. Hacer el esfuerzo necesario para generar confianza y llegar a un consenso sobre cualquier decisión importante que afecte a más de una persona es una habilidad que servirá a los individuos en todas las esferas de su vida.
     
  4. Capital paciente y administración
    Una de las principales ventajas competitivas de las empresas familiares es su capacidad para realizar inversiones con un horizonte a largo plazo. De hecho, el líder de una empresa familiar suele verse a sí mismo como un administrador de la empresa familiar, responsable de cuidarla en beneficio de las generaciones futuras. Muchos objetivos significativos en la vida requieren sacrificio y el compromiso de llegar hasta el final, y las personas que son capaces de retrasar la gratificación en la vida tienen más éxito y son más felices en general. Los ejemplos de cómo este enfoque ha llevado al éxito empresarial a la compañía pueden ser una poderosa herramienta de aprendizaje para la generación más joven. Tenga en cuenta también que la administración es, en muchos sentidos, la antítesis del derecho. Parafraseando a John F. Kennedy "no preguntes qué puede hacer la empresa por ti, sino qué puedes hacer tú para que la empresa sea mejor para las generaciones futuras..."
     
  5. Invertir en elfuturo
    Preparar la empresa para las generaciones futuras significa desarrollar una cultura de mejora continua, y no descansar en sus logros o triunfos del pasado. El hábito del aprendizaje permanente es una habilidad fundamental que hay que enseñar a la siguiente generación, para que también ellos puedan seguir siendo competitivos en este complejo mundo. Además, la empresa familiar bien gestionada se da cuenta de que la familia está en constante cambio e invierte también en ella, proporcionando a la siguiente generación las herramientas que necesitará para ser propietaria en el futuro, desarrollándola como persona y solicitando cada vez más su aportación a medida que alcanza la mayoría de edad. Esta inversión activa en la nueva generación les demuestra de forma tangible que se les valora. Además, también modela el valor de la implicación activa con los hijos, en su aprendizaje y en el vínculo familiar básico que los ancla de muchas maneras. Esto no sólo ayuda a crear conexiones significativas que harán mucho bien a las dos generaciones actuales. 

Aunque el ruido del consumismo y la cultura de los derechos son ruidosos y omnipresentes en nuestra sociedad actual, si usted educa regularmente a su familia sobre estos principios fundamentales, probablemente podrá vacunarlos contra los peores síntomas de la "afluencia". Asegúrate de personalizar estos valores a tu negocio familiar. Aclare el significado que tienen para su familia, cuente historias que ilustren estos valores, tanto los que se han aplicado en la empresa como los que se han reflejado en la familia en general. La simple verdad es que si vives estos valores en tu vida profesional y en tu vida personal, no podrás evitar encontrar el éxito y la felicidad en tus actividades. Y después de todo, ¿no es eso lo que todos queremos para nuestras familias?