Llevamos mucho tiempo defendiendo la posibilidad de que los accionistas familiares canjeen sus acciones. Estas oportunidades suelen aumentar la armonía familiar y el compromiso de los demás accionistas con la propiedad. Como dijo un accionista de una empresa familiar: "Sin la opción de la libertad no puede haber un compromiso real".
Dicho esto, las familias a menudo tienen problemas con el precio de los canjes, especialmente si se ofrecen con poca frecuencia. Hemos escuchado algunas alternativas interesantes.
- Subasta inversa: Pedir a cada accionista que ofrezca un precio al que esté dispuesto a vender. Canjee a los que ofrezcan los precios más bajos hasta que la empresa considere que se ha quedado sin fondos para ello o hasta que se crea que el precio es demasiado alto para el bienestar de la empresa.
- Dos niveles: La empresa ofrece un precio al que un accionista puede hacer un reembolso parcial y un precio más alto si el vendedor reembolsa todas sus acciones.
- Negociaciones individuales: La empresa negocia con los accionistas individualmente. Los distintos accionistas pueden llegar a acuerdos diferentes.
Estos enfoques suelen ser bastante adecuados desde el punto de vista legal (consulte siempre a sus asesores sobre las transacciones de valores), pero solemos considerar que no son muy constructivos para las empresas familiares. En aras de la armonía familiar, instamos a que se lleve a cabo un proceso abierto de negociación de acciones de la empresa familiar.
Como familias, el sentido de la "justicia" y de "tratar a todos por igual" es especialmente importante. Esta actitud suele superar a la del mercado libre de compradores y vendedores dispuestos a llegar a acuerdos concretos. El problema inevitable, al parecer, es que algún día los actuales no vendedores pueden convertirse en vendedores. Recordarán los precedentes del pasado.
Por lo general, preferimos el planteamiento de que la dirección de la empresa haga una oferta abierta para comprar hasta un determinado número de acciones en nombre de la corporación a un precio que no disminuya el valor accionarial de los accionistas restantes. Los accionistas que deseen reembolsar pueden hacerlo, en su totalidad o en parte.
En resumen, las principales recomendaciones que proponemos son:
- Establecer un precio que sea atractivo para los accionistas pero que no diluya el valor del accionista para aquellos que conservan sus acciones.
- Garantizar un proceso justo y abierto: información completa y equitativa a todos los miembros de la familia.
- Evite las competiciones que enfrentan a un miembro de la familia con otro en el proceso de venta.
- Recuerda que, sea cual sea el proceso y el precio, estás sentando un conocido precedente para las futuras generaciones sobre cómo tratarse como familia.
Puede haber un par de situaciones especiales interesantes. ¿Qué pasa si los miembros de la familia piensan que la empresa saldrá a bolsa o se venderá algún tiempo después de que ellos hayan rescatado? Se trata de una preocupación legítima que puede abordarse mediante un acuerdo en el que se establezca que, si la empresa se vende o cotiza en bolsa (por ejemplo, en los próximos cinco años), las primas por encima del precio de reembolso se compartan con los que hayan reembolsado en un periodo de tiempo determinado.
Un segundo caso especial es si una empresa de segunda, tercera o cuarta generación tiene acciones con y sin derecho a voto. ¿Qué hay que hacer? Sugerimos que el reembolso se organice de forma que el vendedor reembolse la misma proporción de sus acciones con y sin derecho a voto. De lo contrario, cualquier disparidad entre el interés económico y el poder de voto exacerbará los conflictos y la percepción de injusticia
Los acuerdos de reembolso son complejos y únicos para cada situación familiar. Por supuesto, le instamos a que obtenga asesoramiento jurídico, fiscal, financiero y de empresa familiar. Esperamos que las reflexiones anteriores le proporcionen algunas ideas útiles. Nos encantaría saber cómo gestiona su empresa familiar los reembolsos.