Algunas familias han pensado en ofrecer capital de riesgo, o dinero "semilla", a los miembros de la familia que tienen negocios por sí mismos o que están contemplando participar en el sueño americano de la iniciativa empresarial. Las familias que se han planteado ofrecer dicho capital suelen estar satisfechas con el mensaje que transmite a la familia en términos de oportunidad y de continuar lo que, para muchos, ha sido una aventura exitosa en el sistema de libre empresa para las generaciones pasadas y presentes.
Como muchas buenas intenciones, el reto suele estar en los detalles. Cuando la familia, o la oficina familiar, empieza a desarrollar un plan para aportar capital riesgo, hay que responder a varias preguntas difíciles. Tal vez la primera y más importante sea la cuestión de cómo establecer una política que sea coherente y pueda ofrecer igualdad de oportunidades dentro de los medios de la familia.
Otras cuestiones que habrá que abordar son las siguientes:
- ¿Cuáles son los criterios de aprobación o rechazo de una solicitud de emprendimiento?
- ¿Cómo deben fijarse las expectativas para las inversiones? ¿Cuáles son las expectativas realistas?
- ¿Y las empresas sin ánimo de lucro? ¿En qué se diferencian las expectativas de las empresas con ánimo de lucro y las empresas comunitarias sin ánimo de lucro?
- ¿Qué pasa con la responsabilidad? ¿Qué ocurre si no se cumplen las expectativas?
- ¿Cómo debe administrarse la inversión dentro de la familia o la oficina familiar? ¿O debería gestionarse fuera de la familia con la orientación de ésta a nivel de gobernanza?
- ¿Qué papel desempeñará el vehículo de inversión familiar en el gobierno y/o la gestión de la empresa financiada?
- En caso de que la inversión fracase, ¿qué se puede hacer para que el empresario fracasado siga siendo un contribuyente bienvenido en la familia?
Muchas familias intentarán establecer políticas que reflejen las de las empresas de capital riesgo tradicionales. Una de las condiciones para su consideración podría ser la presentación de un plan de negocio aceptable, acompañado de proyecciones financieras realistas, incluyendo la "tasa de desgaste" del flujo de caja y las proyecciones del punto de equilibrio hasta la rentabilidad. Normalmente, estas proyecciones se basan en el peor, el mejor y el más probable de los casos. El plan también debe abordar el reembolso de la financiación de la empresa y el rendimiento previsto de la inversión para el proveedor de capital riesgo. Otra consideración a tener en cuenta para la aprobación podría ser hasta qué punto el posible empresario estaría dispuesto a apoyar su propia empresa tanto desde el punto de vista financiero como de compromiso de tiempo.
El proceso de revisión y aprobación es primordial para mantener la equidad en un entorno de capital riesgo. Algunas familias han considerado la posibilidad de contratar a asesores externos, como fuentes de inversión o bancarias, para que les ayuden a establecer los criterios de aprobación. Para estas funciones, es mejor evitar el uso de asesores que estén actualmente activos en la gestión de los activos de la familia o en la prestación de servicios a la familia. Un consejo de capital riesgo externo podría ser un recurso bienvenido para el desarrollo de políticas, así como para el proceso de gestión de las inversiones de riesgo de la familia.
Un fondo de capital riesgo bien gestionado en el seno de la familia puede ser un añadido muy gratificante a un legado ya rico en espíritu empresarial y participación en el sistema de libre empresa. También puede ser una importante contribución a los esfuerzos de la familia en materia de filantropía activa que puede ofrecer a numerosos miembros de la familia una vía para realizar sus sueños de participación activa en la mejora de sus comunidades.