El mundo actual es un mundo dividido, regido por fronteras, opiniones, experiencias e ideologías. Esto no es nada nuevo, en realidad, desde el primer hombre de las cavernas hasta muchas civilizaciones después, siempre ha habido diferentes maneras de ver las cosas. Lo que uno se lleva de una experiencia, una conversación o un acontecimiento puede ser muy distinto de lo que se lleva la persona sentada a su lado, aunque hayáis presenciado exactamente el mismo suceso.

Las empresas familiares no son inmunes, a pesar de que los lazos familiares suelen proporcionar una base común. Sin embargo, como puede atestiguar cualquier miembro de una familia, el hecho de haber sido criado en el mismo hogar por los mismos padres no garantiza que se esté de acuerdo en asuntos importantes.

Lo que sí parece prevalecer es una incesante presión para tomar partido, resaltando las diferencias en lugar de lo que tenemos en común. Ya se trate del viejo "¡los niños de hoy en día!" o "¡las niñas/los niños no lo entienden!", se abren brechas entre nosotros, distanciándonos unos de otros y de nuestra conexión. A veces, la distancia nace de la frustración por los resultados o las expectativas incumplidas. Más a menudo, surgen de nuestro orgullo y de la protección de lo que es nuestro en lugar de lo que es el bien colectivo o compartido que está fuera de nosotros. Es demasiado fácil dejarse llevar por la prepotencia del "yo, lo mío y lo mío ": mi generación, mi sexo, mi departamento, mi rama de la familia.

Puntos para reflexionar sobre el cuidado:
- Encontrar un terreno común: Filantropía, alineación de la propiedad, educación de nueva generación, incorporación y compromiso, filosofía familiar, valores y tradiciones
- Cuidar del sistema familiar: Comunicación eficaz
- Autocuidado
- Ver a los demás

En la era de la sobrecarga de información, la gratificación instantánea y el enfoque cada vez más limitado de la gente, las diferencias parecen más profundas de lo que realmente son. Tener en cuenta las distintas opiniones es más difícil, pero también abre un mundo de posibilidades. En este artículo hablaremos de cómo podemos vernos y cuidarnos mejor los unos a los otros en este mundo dividido.

Puntos en común: La clave para tender puentes

Mientras haya personas, siempre habrá opiniones, perspectivas distintas y procesos de pensamiento diferentes. Frente a estas diferencias, ¿cómo nos aseguramos de ver y cuidar a la otra persona como ser humano a pesar de las elecciones que uno haga?

Buscamos y encontramos puntos en común. Apartar la atención de los desacuerdos y centrarla en las cosas en las que podemos estar de acuerdo es una buena forma de reforzar la unión y la armonía. Nos callamos en el debate y escuchamos las cosas en las que podemos estar de acuerdo : nuestros valores, propósito y visión compartidos.

Los valores universales de bondad, autodirección, logro, seguridad, dar por el bien de los demás y amor son ejemplos de valores que permean a través de familias, fronteras y culturas. Cuando iniciamos un debate sobre la base firme de unos valores comunes, aumentan nuestras posibilidades de tener paciencia con el punto de vista de otra persona. Cuanto más nos comprometamos activamente y escuchemos de verdad a alguien, más posibilidades tendremos de entender las razones de su postura. Esto aumenta las posibilidades de que el debate sea más constructivo y reduce la probabilidad de que una conversación difícil se convierta en una espiral destructiva de insultos o gritos hirientes.

Sabemos por experiencia que formar parte de una empresa familiar conlleva una dinámica más cargada que otras empresas, debido al solapamiento de las relaciones familiares y la historia vital. Es normal que existan diferencias generacionales, financieras, de género, educativas, étnicas o de cualquier otro tipo. También sabemos por nuestro trabajo con familias que algunas diferencias son profundas y pueden ser dolorosas.

Pero muchas familias emprendedoras encuentran el camino de vuelta. Reconocen sus diferencias y vuelven a comprometerse a cuidarse mutuamente en tiempos divididos. Lo consiguen a través de un proceso que:

  • Reafirma los valores compartidos por la familia: Piensa en las cosas en las que estáis de acuerdo en que son importantes, como la honradez, la amabilidad, el trabajo duro, etc. Aprovecha estos valores como base y punto de partida.
  • Explora las diferencias mediante la indagación, la conversación y la escucha activa: En lugar de despreciar la perspectiva y la postura de alguien, recíbela con curiosidad y atención. Pregúntale cómo ha llegado a esa perspectiva y qué factores considera más importantes.
  • Comprenda mejor cómo se comunican los demás: Todos tenemos nuestro propio estilo a la hora de asimilar y compartir información. Algunas personas toman decisiones rápidamente basándose en información de alto nivel. Otras necesitan más detalles y tiempo para reflexionar. Cuanto más apreciemos lo que necesitan todas las partes, más capaces seremos de sentar las bases para una mejor comunicación.
  • Se compromete a respetar las normas de comportamiento y comunicación: Muchas de nuestras familias acuerdan normas para las reuniones familiares, que van desde la prohibición de blasfemias y distracciones con el móvil hasta el permiso para pedir un tiempo muerto si la tensión llega a un determinado nivel. Este enfoque puede ser muy eficaz para reducir el riesgo de tensión y la posibilidad de tocar botones o reabrir heridas.
  • Reúne a los miembros de la familia en torno a una constitución, una visión y unos objetivos familiares: Documenta lo que la empresa familiar quiere conseguir de forma positiva y enfocada hacia el futuro, en lugar de las diferencias negativas. Utiliza la visión y los objetivos como punto de partida para intercambiar ideas, debatir iniciativas y reajustarse para tomar la siguiente decisión.

Comunicación eficaz: Cuidar la Dinámica Interpersonal

Para que el sistema familiar prospere, todo empieza y termina con la comunicación. Cuando se hace bien, la comunicación construye la armonía familiar y el crecimiento de la empresa. Cuando se hace mal o es inexistente, los problemas se multiplican previsiblemente. Sin información, la naturaleza humana nos lleva a rellenar los huecos con nuestras suposiciones, rumores o conocimientos parciales. Si nos hieren, podemos hurgar en ello y empeorarlo. Por otro lado, una familia puede ser experta en evitar conflictos y no querer sacar nunca temas o asuntos delicados, lo que también puede empeorar las cosas.

Tal era el caso de una familia de tres primos de cuarta generación. Los tres primos heredaron sus participaciones en la empresa familiar. Ninguno de ellos tenía mucha relación, conocimiento o incluso influencia en la empresa familiar antes de ser propietarios. Las operaciones de la empresa habían sido dirigidas por directivos ajenos a la familia desde la época de sus padres. No tenían ninguna interacción con el equipo directivo. Por último, la cultura había estado históricamente dominada por los hombres y los primos eran mujeres. Estos factores les llevaron a sentir que no se lo habían "ganado" y que no pertenecían a la empresa. Lucharon por encontrar su voz como propietarios individuales y como grupo. Eran víctimas de sus propios prejuicios y suposiciones sobre cómo "deberían ser" las cosas. Esta cultura familiar y empresarial daba prioridad a la armonía, aunque fuera una ilusión. Ninguno de los tres dijo nada sobre sus preocupaciones, por lo que sus temores silenciosos paralizaron el sistema.

La infraestructura de liderazgo no familiar estaba bien establecida y en funcionamiento. Sin embargo, en aras de la "armonía", había un vacío sustancial en la gobernanza y la dirección desde la familia y los propietarios hacia el equipo directivo. La generación anterior había dominado la dinámica interpersonal y creado una cultura y un sentido de la administración sólidos. Cuando los padres fallecieron, ese valioso entendimiento compartido también desapareció. Los primos se enfrentaron a lo diferentes que eran de sus padres, a lo que implicaban sus nuevas funciones y a que sus habilidades eran muy distintas de las suyas. Estaban tan centrados en lo negativo que no podían ver que compartían valores y objetivos para el futuro. Al centrarse en las diferencias, todos en la empresa fracasaron.

El director general aconsejó a las hermanas que buscaran ayuda externa. Una vez que contrataron a un consultor, lo primero fue crear plataformas de comunicación. Una encuesta a los accionistas abrió las puertas a mantener múltiples conversaciones intencionadas y productivas. Las primas exploraron áreas críticas para identificar dónde estaban de acuerdo y dónde había diferencias importantes, como:

  • ¿Qué queremos como familia? ¿Como empresa? ¿Cuál es el propósito que nos mueve?
  • ¿Qué queremos como accionistas? ¿Cómo vamos a servir mejor a la empresa?
  • ¿Qué papel elijo proactivamente? ¿Qué papel eliges tú de forma proactiva?
  • ¿Se siente cómodo asumiendo esta responsabilidad? ¿Qué hace falta en forma de formación y desarrollo para que nos sintamos más cómodos?

Estas conversaciones ayudaron a los primos a estar más alineados, al tiempo que los fortaleció para su nuevo papel como accionistas. Salvaron sus diferencias, adoptaron su visión compartida del futuro y ganaron confianza como líderes en el proceso.

De lo interpersonal a lo personal: Autocuidado

Sé una luz para ti mismo. ~ Buda

Desde el mundo en general, pasando por las sociedades y las comunidades, hasta las familias, la unidad última es el individuo. Cada persona dentro de cualquier marco ocupa intrínsecamente una posición dentro del sistema e influye en sus resultados. El bienestar de cada individuo está en el corazón de todos los sistemas. Cada persona requiere atención y cuidados para la salud general del ecosistema.

En una empresa familiar, las discusiones giran casi siempre en torno al crecimiento empresarial o a la unión familiar. Lo que a veces no reconocemos es el hecho de que la alineación de la empresa sólo puede prosperar cuando las necesidades individuales son, como mínimo, reconocidas y la persona siente - conexión, un sentido de contribución y crecimiento personal. Cuando todos pueden ver cómo encajan en el sistema global, el propio sistema disfruta de un mayor éxito.

Sin embargo, hay momentos en los que formar parte de una empresa familiar es estresante. Hay veces en que los campeones de la familia y los propietarios más activos y comprometidos se encuentran cansados, quemados o agotados de gestionar todos los diferentes papeles. Otros pueden estar haciendo malabarismos con otras exigencias familiares o laborales.

En cualquier caso, es una buena práctica invertir en el autocuidado y tener una caja de resonancia objetiva para comprobar los prejuicios personales. Todo anuncio de seguridad aérea incluye "ponte primero la máscara de oxígeno antes de ayudar a los demás". Esto es válido para los miembros de una empresa familiar multigeneracional. Cuidar de uno mismo es una parte importante del viaje de crecimiento y descubrimiento de una persona.

El autocuidado implica dos aspectos fundamentales. Uno es reconocer tu propio estado, tus prejuicios, barreras y desencadenantes. El autoconocimiento te permite ser humano y comprender mejor tus necesidades. El otro aspecto es invertir tiempo en la reflexión y crear espacios intencionados para respirar. Asigna recursos para apoyar tu salud mental, física y emocional en general. Algunas de las mejores herramientas para el autocuidado son la meditación, el ejercicio, comer sano y regalarse tiempo para uno mismo. Dedicar tiempo a tus aficiones, aprender nuevas habilidades, pasar tiempo con amigos y otras actividades puede ser terapéutico.

La salsa secreta: Ver a los demás con humildad, apertura y curiosidad

Una de las formas más poderosas de cuidar a alguien es la capacidad de verle tal y como es y donde se encuentra en un momento dado. Ver a los demás más allá de nuestros prejuicios y situaciones es "cuidar" en su forma más pura. Nuestra capacidad para hacerlo con éxito es directamente proporcional a nuestra propia humildad, apertura y curiosidad. La humildad se refleja en nuestra capacidad para aquietarnos y reconocer que el mundo no gira a nuestro alrededor. La apertura se plasma en nuestra capacidad de escuchar activamente, ser curiosos y aprender sobre la otra persona y lo que es importante para ella. Como nos enseñó Stephen Covey en Los siete hábitos de la gente altamente efectiva"Busca primero comprender y luego ser comprendido".

Cuando alguien es diferente a nosotros o comparte una perspectiva completamente opuesta a la nuestra, no debería suponer una barrera instantánea. Es, de hecho, una oportunidad para ser curiosos y empáticos. Ponernos en su lugar ampliará nuestra comprensión y humanizará las diferencias de un modo más productivo. Eso no significa que las diferencias se vayan a resolver, pero se entenderán con más respeto que si todo el mundo se pusiera inmediatamente a la defensiva.

Ver a los demás
Cuando te encuentres en un bando de un asunto divisivo, prueba esto:

- "Tengo curiosidad por entender por qué apoyas la postura que has tomado". Entender el porqué.
- Seguido de: "¿Puedo explicar por qué he elegido lo que he elegido?"
¿Esta opinión diferente me da una ventana para aprender algo nuevo?
- Aceptar lo que no sabes como signo de humildad.
- "Cuéntame más sobre ti, por qué esto es importante para ti". Escuchar.
- "Veo que te apasiona esta postura, cuéntame más qué te mueve".
- Las preguntas de control en cada reunión son excelentes para conocerse mejor.

Reflexiones de despedida

"En algún lugar hace siglos y siglos:
Dos caminos se bifurcaron en un bosque, y yo-
Tomé el menos transitado,
Y eso ha hecho toda la diferencia."
~Robert Frost

Estas poderosas líneas tratan sobre el viaje y las elecciones de alguien. ¿Qué pasaría si hubiera dos personas o muchas? ¿Cuántas habrían seguido el camino menos transitado y cuántas habrían ido por la senda trillada?

Siempre habrá dos caminos, diferentes opiniones y visiones del mundo, y maneras de ver un asunto. Frente a todas estas diferencias, debemos a nuestra familia, compañeros de trabajo y vecinos ver y cuidar a los demás como seres humanos, a pesar de sus debilidades. Las diferencias de opinión y los conflictos son inevitables. Lo que importa es lo que hacemos ante el conflicto. El debate y el conflicto productivos son saludables. Abren conversaciones, nuevas ideas, resolución de problemas, innovación y comprensión. El conflicto productivo permite a las personas mostrarse auténticamente. No todas las divisiones son malas, ya que nos brindan la oportunidad de mejorar, de ver a los demás desde otra perspectiva y de crecer hacia una sociedad que funcione mejor. En lugar de preocuparnos sólo de nosotros mismos y de lo que nos divide, tenemos la clave para encontrar el terreno común que nos une.