Un joven miembro de la siguiente generación de la familia se incorpora a la empresa familiar. En el mejor de los casos, se incorpora a la empresa con algunas habilidades y experiencia laboral externa, una buena actitud y el aprecio por la oportunidad que se le presenta. A veces, sin embargo, este escenario ideal no es lo que realmente sucede.
Hay varias maneras de que los miembros de la siguiente generación tengan un mal comienzo. En algunos casos, se les coloca en puestos para los que no están cualificados. En otros, aportan una actitud de superioridad y derecho. Pueden dudar a la hora de interactuar con otros empleados porque sienten que todos los ojos están puestos en ellos. Cualquiera de estas situaciones puede socavar la credibilidad de un miembro de la siguiente generación ante las personas con las que trabaja.
Por desgracia, estos errores tempranos pueden verse agravados por la reacción de papá y mamá ante ellos. Si la generación de los padres no aborda los problemas de rendimiento, los demás empleados se quejarán de trato injusto, y con razón. Las normas empresariales que siguen todos los demás, pero que se doblan, se rompen o se ignoran en el caso de los jóvenes, socavarán la cultura, la imagen y el respeto que los miembros más antiguos de la familia se han esforzado por establecer. Aunque la intención es hacer lo mejor para todos, y evitar conflictos y mantener a todos contentos, permitir que los problemas de rendimiento o actitud se agraven tiene un impacto negativo en el miembro de la siguiente generación y en otros empleados de la empresa.
Cuando se producen estas situaciones, la mejor solución suele ser la decisión del joven de trabajar en otro lugar, al menos durante un periodo de años. Si esa persona no es capaz de tomar esa decisión por sí misma, es posible que un miembro de la familia tenga que intervenir para ayudar en el proceso de toma de decisiones. Si la salida se gestiona bien, puede existir la posibilidad de que el miembro de la familia regrese a la empresa familiar tras adquirir los conocimientos, la experiencia y la madurez que le permitan hacer una contribución significativa a la empresa. Una salida airosa requiere que el miembro de la siguiente generación y sus padres entiendan lo que ha sucedido y por qué, que todos acepten la responsabilidad correspondiente y que se realicen las comunicaciones adecuadas a los demás empleados. Al mismo tiempo, la dirección debe aprender a gestionar mejor estas situaciones, especialmente si otros hermanos o primos pueden estar esperando. Deben desarrollarse y aplicarse políticas y procedimientos claros de empleo en la empresa familiar para minimizar la probabilidad de que se repitan.
En su propio mundo de empresa familiar, los jóvenes empleados de la familia son como celebridades. Atraen una enorme atención, se convierten en el centro de la rumorología y sufren un estrecho escrutinio de todas sus acciones. Muchas veces son incapaces de desarrollar relaciones laborales con otros empleados porque no pueden confiar en los motivos de quienes buscan relacionarse con ellos. Esta circunstancia es una de las realidades incómodas de pertenecer a la siguiente generación de una familia propietaria de un negocio. Simplemente va con el territorio. Pero si las cosas no van bien, empeora mucho las cosas.
Volver de una situación laboral que ha ido mal para un empleado joven de la siguiente generación es algo parecido a lo que tiene que hacer una celebridad -que ha tenido problemas públicos- para volver. USA Today ofreció recientemente siete pasos para rehabilitar una imagen empañada. Los empleados de la familia que se han desviado del camino podrían beneficiarse de los consejos dados a personas como Britney Spears, Tara Conner, Tom Cruise y Whitney Houston. Según Evangelia Souris, del Optimum International Center for Image Management, los siete pasos son:
- Reconoce lo que ha ocurrido. Demuestre que "entiende" el problema; pida disculpas, ejerza la humildad, asuma su parte de responsabilidad.
- Desaparecer por un tiempo. Aléjate del negocio familiar. Date un respiro para reagruparte y volver a centrarte.
- Evite la atención negativa. Mantenga un perfil bajo y tenga especial cuidado de no decir o hacer cosas que aumenten las percepciones negativas o se interpongan en cualquier oportunidad de crear percepciones nuevas y más constructivas.
- Ser visto y no escuchado. Con el tiempo, empieza a reintegrarte en la empresa familiar. Asiste a los actos de la empresa en los que participe la familia, pero mantén un tono bajo mientras aumentas tu perfil.
- Alinéate con las causas en las que crees. Encuentra tu pasión y síguela tanto en el trabajo como en tus otras actividades. Si te centras en tu pasión, lo más probable es que estés motivado para conseguir resultados, marcar la diferencia y ser un colaborador. Ese tipo de logros puede generar credibilidad a largo plazo.
- Elige el proyecto profesional adecuado. Si encuentras una actividad en la que puedas alcanzar el éxito, aumentarás la confianza de todos, especialmente de ti mismo. Conocemos a jóvenes de empresas familiares que se han alistado en los Marines de EE.UU., han liderado campañas comunitarias, han conseguido nuevos puestos de trabajo y han obtenido ascensos, han puesto en marcha sus propios negocios y han realizado otras acciones que les han llevado a conseguir grandes cosas en la empresa familiar y fuera de ella.
- Reaparece con una nueva imagen. Tómese su tiempo y aproveche la experiencia, el conocimiento y la madurez que el tiempo -bien utilizado- puede proporcionar. Después de alcanzar el éxito, desarrollar la madurez, ganar perspectiva y encontrar conocimientos, un miembro joven de la familia puede pasar de ser percibido como un lastre a ser visto como un activo esencial para sostener el negocio a través de las generaciones. Los problemas del pasado se convierten entonces en un recuerdo desvanecido y ligeramente divertido, ya que el miembro de la familia, ahora no tan joven, se convierte en un verdadero colaborador del equipo que lleva adelante la empresa familiar.